Gurutz Linazasoro, Nadege Van Blercom, Iban Onandia, Almudena Ibañez, Iñigo Segués. Programa de Terapias Avanzadas para el Alzheimer y Parkinson de Quirón Salud Policlínica Gipuzkoa.
La memoria es más frágil de lo que creemos y a medida que pasan los años, los olvidos se hacen cotidianos. Los recuerdos no se almacenan en un lugar concreto del cerebro sino que están distribuidos en redes neuronales en las que participan diferentes núcleos cerebrales en función de su naturaleza. Así, recordamos vivencias, personas, fechas, lugares, acciones motoras coordinadas y actos que suscitan emociones. Olvidar es un proceso activo y necesario para la supervivencia, pero puede ser un síntoma de que algo no va bien. ¿Cuándo debemos preocuparnos?
Algunos olvidos son benignos.
Llegados a una edad, es frecuente el fenómeno de la palabra en la punta de la lengua. Estás a punto de recordar algo que no acaba de llegar. Un nombre, una calle, una fecha. Al cabo de unos minutos y sin esfuerzo aparente, el dato se hace presente. Estos olvidos efímeros son benignos, aunque si se intensifican, conviene consultarlo.
Otro fenómeno intrigante, y casi siempre benigno, es perder el hilo de una conversación, quedarse un segundo con la mente en blanco. Mientras hablamos, las ideas surgen una detrás de otra, enganchadas como los vagones de un tren. El cerebro dispone de un sistema para frenar a voluntad este tren, para cancelar una acción y centrarse en otra. Se activan y desactivan redes neuronales permitiendo los cambios continuos que requiere una conversación. En ocasiones, el tren se detiene por un instante y descarrila, dejando la mente en blanco.
También son benignos los olvidos debidos a fallos de atención. No tenemos un cerebro multitarea, capaz de realizar varias actividades a la vez. Muchas personas acuden a consulta alegando problemas de memoria cuando, en realidad, los olvidos obedecen a la dificultad en fijar la atención sobre el hecho que debería haberse recordado. Sucede en personas despistadas, depresivas, hiperactivas o de vida estresada por circunstancias que acaparan toda su atención. Los olvidos desaparecen cuando se resuelve el problema de base que interfiere con la atención.
Otros son preocupantes
Cuando aparecen olvidos, el fantasma del alzheimer se hace presente, pues la pérdida de memoria es su síntoma cardinal. Habitualmente son olvidos de hechos relevantes y se suele asociar con alteraciones en otras funciones cognitivas como lenguaje, orientación, percepción, cálculo, atención y concentración o manifestaciones de índole conductual y psicológico, como cambios de personalidad, irritabilidad, ánimo bajo o apatía. Al principio, la pérdida de memoria se traduce en no recordar hechos o datos adquiridos recientemente. En consecuencia, se hacen preguntas de forma repetitiva, se compra la misma cantidad de filetes cada día, no se recuerdan fechas señaladas (cumpleaños, citas médicas,..) ni los nombres de personas conocidas y resulta imposible encontrar objetos guardados en lugares no habituales.
Este trastorno de la memoria puede acompañarse de desorientación (no saber el día en que se vive, perderse en la calle), dificultad para encontrar palabras o calcular mentalmente. Cuesta planificar el día a día y tomar decisiones, en especial si son de cierta complejidad (finanzas, laborales, organización de eventos, etc). El manejo del dinero se hace problemático. Es posible que algún grifo quede abierto o el fuego de la cocina encendido. Cambia el carácter y personas pacíficas se tornan irascibles. Se abandonan hábitos por falta de motivación y se adopta una actitud ausente en la conversación. Este conjunto de síntomas dificulta la ejecución de las actividades diarias. En este contexto, la posibilidad de un alzheimer incipiente gana enteros.
¿Qué debo hacer?
Como norma general, todos los olvidos deberían consultarse con el médico, a menos que se relacionen con un motivo evidente como el estrés o la depresión. La situación ha cambiado de modo significativo en los últimos años y los beneficios de un diagnóstico precoz de la causa de los olvidos son incuestionables ya que puede conducir a tratamientos específicos o a terapias que alivian la situación y la evolución ulterior. Realmente merece la pena y en pocos años los chequeos de memoria serán tan rutinarios como la revisión ginecológica o urológica. Hay sencillos cuestionarios que sirven de cribado y constituyen una referencia para establecer la evolución del síntoma en sucesivas visitas. En caso necesario deberían completarse con otros exámenes. El Proyecto Olvidos de Quirón Salud Policlínica Gipuzkoa aborda los olvidos de un modo integral con entrevistas y pruebas para conocer el alcance del problema, descartar causas tratables e instaurar recomendaciones terapéuticas personalizadas de modo precoz. Además, ofrece la posibilidad de participar en ensayos clínicos experimentales con moléculas cuyo objetivo es frenar el proceso degenerativo.
Decía Gabriel García Márquez que “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Cuidemos la memoria para seguir siendo protagonistas del pasado, el presente y el futuro de nuestra vida