Los padres no pintamos nada.

La educación ha acaparado el debate político merced al “pin parental”. Se ha dicho que los hijos no pertenecen a los padres nial estado, la patria, la revolución o una divinidad. El modelo social actual ve al niño como el futuro adulto cuya personalidad se forja en casa y en la escuela. ¿Es así? La psicóloga Judith Harris sostiene que no y ofrece una respuesta sorprendente en sus magníficos libros “No hay dos iguales” y “El mito de la educación”. Su tesis es polémica porque hace temblar los cimientos del estado del arte sobre el desarrollo de la personalidad. Para Harris los padres tienen una influencia importante en cómo se comportan sus hijos en casa, pero no fuera, y su principal papel es proporcionarles un hogar seguro y feliz y llevarles a una escuela que hagaatractivas las actividades intelectuales y potencie la admiración y el reconocimiento a los niños. Entonces ¿cuál es el factor determinante?Harris describe el caso deLaleh y LadanBijani,dos gemelas siamesas unidas por la cabeza que lesobligó a vivir juntas y compartirlo todo, hasta que quisieron tener su propia individualidad porque eran conscientes de las notables diferencias que había entre ellas. Se sometieron a una cirugía de separación durante la cual murieron. ¿Por qué tenían personalidades tan distintas? Harris recorre todas las posibilidades: genética, desarrollo intrauterino, primera infancia, familia, ambiente, escuela y grupo. Como si de una novela de Agatha Christie se tratara, la autora va eliminando sospechosos tras escudriñar con agudeza crítica cientos de artículos científicos.Pasando de prejuicios, llega a la conclusión de que los genes son una parte muy influyente en la configuración de la personalidad y que el elemento no genético crítico esel grupo. Y es razonable porque los niños quieren ser niños y sus modelos son otros niños que los evalúan permanentemente y no sus padres.Es en la adolescencia donde se marca definitivamente la personalidad. El reconocimiento social, en especial el estatus alcanzado en tu grupo, es muy relevante en esta etapa. El contexto actual dehiperconectividad a través de internet y las redes sociales magnifica el peso del grupo.

Cuesta admitir la impermeabilidad al modelo educativo y al ingente número de horas compartidas en familia, pero los datos que aporta Harris son apabullantes. Conocer a los amigos reales y virtuales de sus hijosparece ser lo más importante.Esto no es excusa para que padres yescuela hagan dejación de sus funciones, que las tienen y muy relevantes. Sin embargo, quita hierro y ahorra sentimientos de culpa.Es curioso que políticos de ideología opuesta defiendan que el fin de la educación es dotar al niño de los instrumentos para pensar de forma crítica, tomar decisiones racionales, libres y responsables y ser autónomo en el futuro.Entonces, ¿a qué viene la polémica? Esta afirmación deja al desnudo lo que de verdad se oculta: el dogma, vender su libro. El cerebro infantil y adolescente está en construcción, con una incompleta maduración de las redes neuronales que sustentan la racionalidad y un sistema emocional activo y ávido de ser estimulado sin filtros fiscalizadores. Es un cerebro vulnerable y predispuesto al adoctrinamiento que es la antítesis del pensamiento crítico. La educación debería mantenerse al margen de injerencias ideológicas. Por desgracia, parafraseando a Hitchcock, todavía hay razones para que un niño huya deprosélitos comecocos. Concluyendo,la personalidad varía porque tenemos genes diferentes y porque incluso las personas con los mismos genes tienen cerebros ligeramente diferentes porque los miembros de su comunidad los ven como individuos únicos y viven experiencias distintas.