Siento decirlo a tan pocos días de San Valentín, pero el amor a primera vista no existe. Lo asegura So Zsok tras realizar una serie de experimentos en los que los participantes indicaban qué sentían al ver a una persona por primera vez. En una prueba se mostraron fotos de 6 personas a 282 voluntarios, la mitad de ellos con pareja. En la última siguieron el formato de las citas por internet y analizaron la reacción de 64 voluntarios cuando conocieron cara a cara a otros individuos. Treinta y dos contestaron que se había enamorado nada más ver a una persona, pero en ningún caso fueron correspondidos. Un análisis más profundo reveló que el flechazo surgió con mayor frecuencia cuando vieron a alguien atractivo. El ser humano tiende a asignar cualidades positivas a la gente con buen aspecto físico, un fenómeno conocido como el efecto halo. Nos deslumbran quienes destacan en algo. Esta es la base del flechazo, un fenómeno neurobiológico automático, mediado por circuitos emocionales subconscientes. Poca poesía, pura prosa. En opinión de Zsok, el amor es algo más, es una relación de apego que surge más tarde. Es más complejo y tiene un componente consciente y reflexivo. Es muy improbable que se establezca una conexión afectiva tan intensa nada más conocer a alguien. Es muy romántico pero irreal. Entonces, ¿por qué tanta gente afirma que lo suyo fue un amor a primera vista? Los voluntarios con pareja no lo dudaron. Tal vez sea porque se busca una explicación al éxito de un amor duradero, aunque no se recuerde cómo fue el inicio. Es un buen modo de contar una bonita historia. No obstante, otros autores sostienen que si hay tantas personas que viven un flechazo es porque existe. Y puede ser considerado parte esencial del amor, aunque sea inconsciente y fruto de la atracción sexual.
En el mundo animal, el olor juega un papel esencial en la atracción entre macho y hembra. La hembra libera un tipo de molécula especial, las feromonas, y el macho sucumbe a sus efectos. Aunque los humanos somos animales muy visuales, el olfato también es relevante. Un experimento de metodología asquerosilla lo atestigua. Tras oler el sudor que impregnaba unas camisetas usadas por hombres, se encontró que existía una mayor atracción entre mujeres y hombres con genes del complejo de histocompatibilidad diferentes. Este complejo tiene que ver con la inmunidad e intercambiar genes dispares asegura una descendencia con mayor diversidad genética y más fuerte para combatir enfermedades. Esta comunicación inconsciente entre los humanos se efectúa a través de señales químicas y ayuda a la pareja a saber si existe interés. El olor del sudor humano contiene sustancias odoríferas, un conjunto de moléculas producidas por las bacterias de la piel. Desde esta perspectiva, el microbioma determina, o al menos condiciona, la elección de pareja. ¡No le basta con causar todas las plagas bíblicas! En resumen, el flechazo es como las meigas: Haberlo, haylo. Si usted lo vive, no lo deje escapar. Y si lo revive, disfrútelo.